En los últimos años, el estado de Querétaro, México, ha enfrentado un problema ambiental de creciente gravedad: la sequía. Esta condición climática, que afecta el equilibrio hídrico de la región, ha tenido un impacto considerable en distintos sectores como el agrícola, industrial, urbano y ecológico. Desde la perspectiva de un laboratorio ambiental en México, hemos seguido de cerca la evolución de este fenómeno, y en este artículo te presentamos tres noticias recientes que ilustran con claridad la magnitud del problema. Estas noticias no sólo reflejan datos duros y acontecimientos puntuales, sino que también subrayan la urgencia de aplicar soluciones sostenibles y coordinadas.
Una de las noticias más alarmantes surgidas en el último año ha sido el colapso operativo del sistema de presas que abastece de agua a la zona metropolitana de Querétaro. De acuerdo con el monitoreo realizado por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), las principales presas del estado —entre ellas la presa Constitución de 1917 en San Juan del Río, la presa El Centenario, y la presa Jalpan— han registrado niveles históricamente bajos, algunos por debajo del 15% de su capacidad total.
La gravedad del descenso en los niveles de almacenamiento ha obligado a las autoridades a implementar medidas emergentes como el tandeo de agua potable, reduciendo el suministro por horarios o días alternados en varias colonias de la capital y municipios conurbados.
La falta de agua no sólo ha afectado el uso doméstico, sino que ha generado conflictos en el ámbito industrial y comercial. Industrias establecidas en los parques tecnológicos de Querétaro han reportado pérdidas económicas por la necesidad de importar agua mediante pipas, lo cual eleva costos y afecta la continuidad operativa de las líneas de producción. La Asociación de Industriales del Estado de Querétaro (AIQ) ha solicitado la intervención del gobierno estatal para garantizar un mínimo vital de agua para sectores clave.
El uso de pipas, si bien resuelve de manera temporal el problema del abastecimiento, tiene impactos ambientales significativos: se incrementan las emisiones de carbono, se intensifica el uso de fuentes subterráneas sin supervisión, y se genera una presión adicional sobre acuíferos ya sobreexplotados.
Desde el punto de vista ecológico, la reducción drástica de agua en las presas ha tenido efectos devastadores. Se han registrado mortandades masivas de peces, alteraciones en las rutas de aves migratorias, y pérdida de humedales que funcionaban como filtros naturales de contaminantes. Además, se ha observado una mayor concentración de contaminantes en los cuerpos de agua remanentes debido a la falta de dilución.
Los laboratorios ambientales en la región hemos identificado concentraciones elevadas de nutrientes como nitrógeno y fósforo, así como presencia de metales pesados, en los cuerpos de agua con bajo volumen, lo que eleva el riesgo de proliferación de algas tóxicas y enfermedades relacionadas con el consumo o contacto con agua contaminada.
La segunda noticia relevante está relacionada con la reducción dramática de los mantos acuíferos del Valle de Querétaro, una zona clave para el abastecimiento de agua potable en el estado. Según el reporte más reciente de la Subdirección General Técnica de la CONAGUA, el acuífero Valle de Querétaro ha sido clasificado como sobreexplotado desde 2015. Sin embargo, los nuevos datos muestran un descenso aún más pronunciado en los niveles freáticos, superando los 4 metros por año en algunas zonas.
El acuífero abastece a más del 60% de la población del estado y es fuente vital para la agricultura. Sin embargo, el ritmo actual de extracción —que supera los 150 millones de metros cúbicos anuales— está muy por encima del nivel de recarga, estimado en apenas 90 millones de metros cúbicos.
La agricultura de riego ha sido uno de los principales factores que explican esta sobreexplotación. Cultivos como alfalfa, maíz y cebada, de alta demanda hídrica, siguen ocupando una porción considerable del suelo agrícola. La falta de modernización en los sistemas de riego (como el uso de riego por aspersión o goteo) ha hecho que hasta el 60% del agua utilizada se pierda por evaporación o filtración.
Además, estudios recientes señalan que existe un número creciente de pozos ilegales, particularmente en los municipios de El Marqués, Pedro Escobedo y Tequisquiapan. Estos pozos, al no estar regulados ni monitoreados, agravan el estrés hídrico del acuífero y representan una amenaza directa a su viabilidad futura.
Otro problema emergente vinculado a la sobreexplotación es la salinización del acuífero. A medida que el nivel freático disminuye, se facilita el ascenso de sales disueltas desde capas profundas, lo que contamina el agua y la hace no apta para consumo humano sin tratamiento especializado. Análisis realizados en pozos de uso agrícola han revelado concentraciones de sólidos disueltos totales (TDS) superiores a 1500 mg/L, un límite que rebasa los estándares para uso doméstico.
La presencia de nitratos por el uso excesivo de fertilizantes, así como rastros de pesticidas persistentes, también ha sido documentada en muestreos recientes, lo que representa un riesgo para la salud pública, especialmente para comunidades rurales que dependen exclusivamente de pozos no tratados.
Ante la gravedad de la situación, el Gobierno del Estado de Querétaro declaró en febrero de 2025 la emergencia hídrica en 12 de los 18 municipios que conforman la entidad. Esta medida, respaldada por la Secretaría de Gobierno y la Comisión Estatal de Aguas (CEA), implica restricciones obligatorias en el uso del agua, la activación de protocolos de abastecimiento mediante pipas, así como la implementación de sanciones a quienes desperdicien o hagan uso indebido del recurso.
Municipios como Cadereyta, Peñamiller, Colón y San Juan del Río han sido los más afectados, presentando niveles de sequía extrema y sin disponibilidad de fuentes superficiales activas.
La declaratoria también conllevó la suspensión temporal de concesiones nuevas para extracción de agua y la revisión de las actuales para garantizar que no se rebasen los límites autorizados.
Como respuesta estructural a la crisis, el Ejecutivo Estatal anunció la reestructuración del Plan Estatal Hídrico 2024-2030, con enfoque en sostenibilidad y gobernanza hídrica. Las principales líneas de acción incluyen:
Uno de los aspectos más positivos de esta noticia ha sido la participación activa de la sociedad civil, centros de investigación y universidades locales, como la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), en el rediseño del plan hídrico. Desde nuestro laboratorio ambiental hemos participado en mesas técnicas para proponer mejoras en los sistemas de monitoreo, así como para establecer protocolos de alerta temprana ante sequías futuras.
La incorporación del conocimiento científico en la planeación hídrica es esencial para evitar que se repita la actual crisis y garantizar una gestión eficiente y justa del recurso.
La sequía en Querétaro ya no es un fenómeno pasajero o estacional, sino una realidad permanente con la que la población y el gobierno deben aprender a convivir. Las tres noticias presentadas en este artículo —el colapso del sistema de presas, la sobreexplotación del acuífero del Valle de Querétaro, y la declaratoria de emergencia hídrica— son claros indicadores de que nos encontramos ante un punto de inflexión.
La gestión del agua debe ser replanteada con criterios de sostenibilidad, justicia ambiental y participación ciudadana. No podemos depender únicamente de fuentes convencionales como presas y pozos; debemos transitar hacia un modelo integrado que incluya captación pluvial, reúso, eficiencia y restauración de ecosistemas. Como especialistas en laboratorios ambientales, seguiremos alertando sobre estos temas, proponiendo soluciones basadas en evidencia científica y colaborando con autoridades y sociedad para enfrentar juntos este desafío.